domingo, 8 de marzo de 2015

Literatura popular medieval: De la tradición oral “carnavalesca” a la picaresca escrita

Para entender el inicio de lo literario en el ámbito oral (si se puede marcar en el tiempo dicho inicio), es preciso tener en cuenta en torno a qué, esa tradición oral popular, se desenvolvía.
Grupos de personas, en el medievo, se reunían de forma festiva y risueña, dejando de lado el tono serio religioso y feudal de la época. Se estaba dando pie a la creación de una cultura popular, denominada también “carnavalesca”. Así, se presentaba públicamente obras cómicas en lengua vulgar o, incluso, en latín, utilizando a menudo un vocabulario tosco. Se reunían en la plaza pública, y se utilizaba un lenguaje cargado de grosería, palabras injuriosas, aisladas del lenguaje y consideradas «fórmulas fijas del mismo género del proverbio» (Bajtin).
El festejo era muy común en el hombre medieval. Que en muchas ocasiones estaba acompañado de los días de feria o mercado. La comicidad de estos espectáculos se podía encontrar en varios países europeos, especialmente en Francia, aunque tenía un punto a destacar, y es que se alejaban de las normas de la Iglesia y del Estado. Su tradición primitiva chocaba con el culto a la divinidad, convirtiéndose ésta en objeto de burla: se exime del dogma religioso y sobrenatural, y es más, llegan a parodiarlos. Se envuelve todo en una atmósfera teatral que puede influenciar al teatro escrito medieval.
La división jerárquica se reducía en torno al ambiente carnavalesco que se originaba en las plazas, creando poco a poco un lenguaje característico capaz de expresar un carácter jocoso en una expresión lírica de constante renovación. Esta lengua constituía un “mundo al revés”, alejándose de las formas negativas con las que aparecía la posterior parodia moderna. La influencia de esta forma de habla la recogieron posteriormente obras de autores como Shakespeare, Cervantes, Quevedo, Guevara, Lope de Vega, etc.; y también la “Narrenliteratur” (literatura de bufones alemanes). También recogen su influencia, ya en el siglo XV, las “fabliaux”, los fárrafos, las farsas y temas líricos italianos; su contenido satírico no dejaba indiferente a las figuras de la Iglesia y de la mujer, a las que atacaban. De Inglaterra también es conocida la realización de festivales, en donde incluso los eclesiásticos participaban.
Las obras vulgares, transmitidas oralmente, y nacidas de la cultura cómica, más que representar el folklore, lo que hacían era crear una cosmovisión carnavalesca, un tipo de literatura festiva que se haría típica en la Edad Media. Este punto de vista cómico de la vida sólo se podía disfrutar desquitándose uno de cualquier arraigo en la jerarquía social. En torno al mundo clerical destaca una obra importante de la Edad Media, Joca monacorum, que eran obras cómicas en latín, escritas por miembros del alto clero. Y es que la comicidad también fue influyente en el mundo eclesiástico. La obra Coena Cyprianidesarrolló la carnavalización de las Santas Escrituras; y, por otro lado, Vergilius Maro grammaticus parodiaba la escolástica y los métodos científicos de principios de la Edad Media. La popularidad de estas obras llegó hasta el Renacimiento, iniciando la influencia hacia la creación de la parodia sacra; aunque la liturgias paródicas son un género ya consagrado desde la tradición, y de alguna forma, tolerado por la Iglesia Católica.
Obras como Elogio de la locura de Erasmo, o Epistoliae obscurorum virorum, han sido de gran importancia en la historia literaria, ya a finales de la Edad Media.
«La literatura cómica medieval se desarrolló durante todo un milenio y aún más, si consideramos que sus comienzos se remontan a la antigüedad cristiana. Durante este largo período, esta literatura sufrió cambios muy importantes (menos sensibles en la literatura en lengua latina). Surgen géneros diversos y variaciones estilísticas. A pesar de todas las diferencias de época y género, esta literatura sigue siendo -en diversa proporción- la expresión de la cosmovisión popular y carnavalesca, y sigue empleando en consecuencia la lengua de sus formas y símbolos» (Bajtin).
En cierto modo nos encontramos con una literatura que marcará las bases del surgimiento de la Picaresca en el Siglo de Oro español. El límite que separa el final de la Edad Media y el Renacimiento es muy estrecho. La épica andará también a remolque de estas dos épocas. El Cid marcará un antes en la épica caballeresca; surgirán las novelas de caballería, como El Amadís de Gaula, siendo en el Siglo de Oro una de las obras cumbre de este género, para luego desembocar en el fin de un período y el inicio de otro con El Quijote, al que Cervantes le dará un toque picaresco, introduciendo el habla del vulgo.

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