domingo, 8 de marzo de 2015

El Carnaval y sus rituales: Algunas lecturas antropológicas.

El libro de Julio CARO BAROJA "El Carnaval: Análisis histórico-cultural", se convirtió en un clásico del tema, a partir de su 2ª edicion de 1979. Luego seguirian Josefina ROMA RIU con su "Aragón y el Carnaval" (1980) y Juán GARMENDIA con su "Carnaval en Navarra" (1984), sin dejar de lado a Florencio CASTAÑAR con "El Peropalo. Un rito de la España mágica" (1986) (referido al Carnaval de Villanueva de la Vera en Cáceres) ni a Xose Manuel GONZALEZ REBOREDO y Xosé Ramón MARIÑO FERRO  con su "Entroido en Galicia" (1987).

Tambien es interesante la obra de Harvey COX "La fiesta de locos, ensayo teológico sobre las nociones de fiesta y fantasia" (1971), donde se estudian estas fiestas medievales que se iniciaban en las calendas de diciembre y culminaban en el periodo de Carnaval. Tambien es obligado mencionar (dado su enfoque eminentemente histórico) a Claude GAIGNEBET y Marie Claude FLORENTIN, con su influyente obra "Le Carnaval. Esais de mythologie populaire" (1974), enfocando el estudio del carnaval desde una perspectiva histórica.


LOS RITUALES DEL CARNAVAL:  


Caro Baroja caracterizó el carnaval como "periodo pasional intenso" y Josefina Roma como la "fiesta de las fiestas". El carnaval ocupa una posición privilegiada  y estratégica dentro del ciclo de fiestas que van de la Navidad a Pascua, y que fue incorporando bajo su órbita elementos celtas precristianos, algunos modelos de fiestas romanas (Lupercalia, Saturnalia y Matronalia) y algunos elementos de exhibición y ostentación de las clases acomodadas en el Renacimiento. Por tanto, podríamos distinguir cuatro grandes orientaciones:


    1)  Los rituales cósmicos.
    2)  Los rituales de fertilidad.
    3)  Los rituales de inversión.
    4)  Los rituales de ostentación.

1.-  LOS RITUALES COSMICOS:  Para Gaignebet y Roma, el carnaval supone un gran caos creador y generador de vida, que se ejecuta en periodos de cuarenta dias aproximadamente (calendarios solar y lunar) según el calendario celta de matriz precristiana. Para Roma (que sigue a Gaignebet) el inicio de las fiestas de primavera, y más concretamente del carnaval, son el 2 de febrero, actual festividad de La Candelaria o Purificación de la Virgen. Si la Candelaria coincide con luna nueva, el invierno ha finalizado; si es luna llena, el invierno se prolongará 40 dias más. De ahí la necesidad de ceremonias y ritos que aseguren y propicien la rápida llegada de la primavera como simbolo de vida, asi como el invierno lo es de la muerte. La predicción del tiempo debe basarse en el sueño de los osos, que en esas fechas despiertan del letargo invernal. Si al asomarse fuera de la guarida observan claridad (luna llena) regresan a su estado letárgico, pero si ven oscuridad (luna nueva), inician su actividad, y con ella, simbólicamente, el renacimiento de la vida animal y vegetal. De ahi la importancia de tiznarse la cara los actores, para animar al oso a salir de su guarida.

La figura del oso está directamente asociada al mundo de los muertos y los antepasados. Según Roma, el mundo primitivo vive muy intensamente las relaciones entre los vivos y los muertos, y éstos últimos pueden tener un comportamiento maligno o benefactor, y Carnaval era una de las épocas de mayor malignidad de estos espectros, y de ahi viene la necesidad de conjurarlos mediante una serie de rituales específicos, entre los que destacan:
   -- La aparición de un héroe divino, montado en un caballo blanco, cuya misión es guir las almas a un mundo superior. Los "montatos" altoaragoneses (hombres-caballo de cesteria) son interpretados como la pervivencia de este héroe de origen celta, luego cristianizado en figuras como San Martín, San Jorge, o Santiago, que luchan contra sus adversarios.
    -- La "luz" en su doble sentido de alumbramiento del camino que los antepasados deben seguir (las velas de la Candelaria), pero tambien como fuego purificador, simbolizado por las grandes hogueras que tradicionalmente se encendían en las festividades próximas al Carnaval, de San Antonio, San Sebastián, San Vicente, San Pablo Ermitaño y San Blas, hasta San José.  
 -- Estos fuegos tambien cumplian la función de quemar una víctima expiatoria (representada por el Judas, el Peropalo, Miel Otxin, o el rey del Carnaval) que cargaba con los pecados de la comunidad, liberándola de sus males.
En resúmen, el sentido primitivo de los rituales de carnaval estaría directamente relacionado con el ciclo del mundo de los muertos, y con el tránsito del invierno a la primavera; per eso, se afirma qie el Carnaval es la fiesta de las fiestas, y su importancia está en la batalla entre la muerte y la vida.
2.-  LOS RITUALES DE FERTILIDAD:   Muchos autores destacan la importancia de los rituales de fertilidad y fecundidad explícitos o implícitos en las fiestas de carnaval. Desde este punto de vista, el carnaval ha de ser analizado como una alegoria del espiritu de la abundancia. La tierra, el mundo animal y vegetal, aletargado durante el invierno, necesitan revitalizarse mediante unos rituales específicos que vamos a analizar.
En la antigua Roma, los "Luperci" eran los sacerdotes consagrados al dios Pan. Las fiestas que protagonizaban eran las Lupercales o Lupercalias y estaban relacionadas con la fecundidad de las mujeres y del ganado, asi como la preservacion del ganado de animales salvajes. Se celebraban en febrero y gozaban de gran aceptación popular. Se sacrificaba un macho cabrio, y luego unos jóvenes (los lupercos) corren medio desnudos persiguiendo a las jóvenes, azotándolas con las tiras de la piel del macho cabrio, lo que les aseguraba la fecundidad y les ayudaba en el alumbramiento. Muchos carnavales en la actualidad muestran un enorme parecido con lo que se ha descrito; en resúmen:
-  Suelen llevar una piel de animal.
- Visten de forma irregular, recordando a veces la vestimenta femenina aunque no sean mujeres.
-  De su vestimenta o del cinto, prenden cencerros que recuerdan animales domésticos.
-  Su comportamiento es especialmente anormal, golpeando a la gente con látigos o palos rematados con vejigas.
Asi tenemos a los "botargas" de Guadalajara, el "colacho" de Burgos, los "cigarrons" y "troteiros" de Galicia, los "peliqueiros" de Verín (Ourense), los "yoaldunak" navarros de Ituren y Zubieta, los "trangas" de Bielsa, los "calabaceros" del Pero Palo cacereño, y por último, los "carneros", los "diabletes" y los "carnebuches" de las Islas Canarias.    
Las máscaras de todos estos personajes asimilan a sus protagonistas con el lobo, el macho cabrío y el oso, animales que tradicionalmente han estado relacionados con la fertilidad, purificación y protección de los rebaños en contextos de economia pastoril.

3.- LOS RITUALES DE INVERSION: El orígen de estos rituales lo sitúan los estudiosos en las "Saturnalias" y las "Matronalias" romanas, y en las llamadas "Fiestas de Locos" medievales. Según Caro Baroja, las Saturnales se iniciaban el 17 de diciembre y duraban una semana; Saturno era el dios de la Agricultura, y se le asocia con la abundancia de alimentos. Otra de las características de estas fiestas consistia en la libertad de gozaban los esclavos, invirtiendo los patrones jerárquicos. Por las noches, los esclavos y el pueblo bajo invadian las calles con todo tipo de licencias y diversiones al grito de ¡Saturnalia!; elegian un "rey bufo" que gobernaba las fiestas, bailes y banquetes y finalmente su efigie era sacrificada. Esta inversión de papeles en la sociedad era entendido como un recuerdo de aquella época de abundancia, en la que todos los hombres eran iguales, sin distinción entre libres y esclavos. 
Con la implantación del Cristianismo, las Saturnales fueron perdiendo fuerza, y con el tiempo fueron desarrollándose en las mismas calendas de diciembre otros rituales de inversión que, a partir de la Edad Media serían conocidas como "Fiestas de Locos".
Eran conocidas como las "Feriae servorum", y estas "libertades de diciembre", comenzaban el 6 de diciembre (San Nicolás de Bari), en la que se elegía al "Obispillo" (en Catalunya, la fiesta del Bisbetó) de entre los monaguillos y niños de coro o escolania de las catedrales. Elercian funciones episcopales (excepto la misa) dentro de las iglesias y vestido de Obispo y con el cortejo correspondiente.

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